Conguillío es a mi juicio unos de los parques nacionales chilenos más hermosos, la diversidad de flora es sorprendente, vas por el mismo camino y de pronto el paisaje cambia radicalmente de lengas, ñirres, coihues y raulíes a lagos y lagunas, luego a Araucarias milenarias todo esto con una espectacular vista al volcán Llaima, es tan hermoso que parece photoshopeado. El parque en total comprende 60 mil hectáreas de bosque nativo, el cual se puede recorrer por completo e incluso alojar ahí mismo. Luis y yo estuvimos alojando en La Baita, al comienzo del parque entrando por Melipeuco y atravesando los restos de lava petrificada dejados por la erupción del volcán hace algunos años. La cabaña era acogedora, con todo lo necesario para estar cómodo. Tienen paneles con luz solar y en la noche prenden un generador durante un rato, la calefacción es a leña y no hay refrigerador, puedes guardar los perecibles en el refri del restaurante. Una semana de fotos nuevas, con días de sol y poco viento.

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Cuando planifiqué este viaje hace algunos meses mi intención era ir al parque pero sobre todo ir un poco más allá, a la Reserva China Muerta, que el verano pasado se quemó producto de un incendio intencional que duró 2 semanas. No se quemó toda la reserva, pero muchas hectáreas de bosque nativo del que hoy nadie habla. Al llegar allá luego de manejar más de 30 minutos por un camino de una vía en pendiente, lleno de hoyos y rocas, atravesando bosques arrasados por las madereras donde hoy hay pino y eucalipto, se me apretó el corazón, un paisaje desolador, las araucarias bien derechas y orgullosas, pero carbonizadas, la tierra ya no es tierra si no polvo negro, se respira tristeza y dolor en cada árbol, un paisaje gris donde no llegan turistas chilenos ni extranjeros, sólo unas pocas camionetas robando leña y carbón, porque no hay nadie que proteja esta solitaria vista.

Conguillio
Así es que estuvimos 2 días recorriendo China Muerta, lugar miserable si lo comparas con los grandes paisajes de su vecino, parece de verdad muerta, pero para mi tiene una importancia especial, ya que eso es lo que ocurre cuando descuidamos nuestros bosques y hay cuervos rondando, esperando apoderarse de esas tierras. No hay ley que proteja el bosque quemado chileno, no hay obligación de volver a plantar flora nativa. Hoy, a casi 1 año del incendio, todo está quieto, y aquellos árboles quemados están siendo arrancados sin remordimiento. El último día que estuvimos ahí, el cielo se cerró de repente y comenzó un lluvia intermitente que amenazaba con echarnos del lugar, pero las cámaras fotográficas aguantaron el agua y a pesar del barro que se formó entre la ceniza continuamos sacando fotos y más fotos y registrando con colodión húmedo y sucio los troncos rotos.

China Muerta
Por un lado tenemos la belleza viva del bosque nativo y por otro la belleza muerta, una experiencia nueva que no puede dejarme indiferente.